Desaparecido para siempre
La inversión ESG (Medioambiental, Social y de Gobernanza) ha sufrido un fuerte declive en Estados Unidos, afectada por su implicación en conflictos políticos y culturales. La promesa inicial del ESG —impulsar una transformación sostenible del capitalismo— se ha desvanecido en gran medida.
El propio término “ESG” se ha politizado, especialmente entre los dirigentes conservadores. Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, declaró que el concepto había sido “utilizado como arma” y que ya no debería emplearse. BlackRock se ha convertido en blanco de las críticas de la derecha y ha sido incluso calificada en un reciente libro como una institución “decadente”, junto a los Boy Scouts y el Partido Comunista Chino.
Muchos antiguos defensores del ESG también se sienten decepcionados, viéndolo más como una herramienta de marketing que como una verdadera estrategia de inversión. Varias gestoras, entre ellas WisdomTree e Invesco, han sido multadas por “ecoblanqueo” de sus productos. En Francia, BlackRock enfrenta acusaciones de que algunos de sus fondos “sostenibles” siguen invirtiendo en combustibles fósiles.
A ambos lados del Atlántico, las regulaciones son muy diferentes. Los reguladores europeos han establecido criterios ambientales estrictos para otorgar la etiqueta ESG, lo que obliga a los gestores de fondos a realizar cambios profundos si quieren comercializar sus productos como “sostenibles”.
Esto complica la inversión europea en el mercado estadounidense, donde a menudo se encuentran los mayores rendimientos. En cambio, la SEC (Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU.) ha reducido sus exigencias de transparencia en materia de ESG, debilitando uno de los pilares del concepto: la disponibilidad de datos estandarizados y comparables. La propia SEC disolvió su grupo de trabajo sobre ESG, y se espera que una eventual administración Trump elimine las pocas normas que aún permanecen.
Los datos del mercado confirman este declive. El fondo insignia de energía limpia de BlackRock ha perdido gran parte de su valor desde el auge de 2021, debido al desplome de las acciones del sector y al desinterés de los inversores.
El interés estadounidense por el ESG ha caído drásticamente en las búsquedas de Google, la cobertura mediática y las menciones en conferencias de resultados, volviendo a niveles previos a la pandemia. Sin embargo, en otras regiones del mundo el interés se mantiene relativamente estable.
Los últimos informes para accionistas de BlackRock muestran una disminución del apoyo a las propuestas medioambientales y sociales, pasando del 20 % al 4 % en los últimos dos años. La propia BlackRock ha reducido su respaldo a estas iniciativas, calificando algunas de redundantes o mal diseñadas. Con el apoyo menguante y la resistencia política creciente, la visión del ESG como motor de un cambio corporativo profundo en Estados Unidos parece haber llegado a su fin.
A medida que el país se orienta hacia un modelo más nacionalista y mercantilista, el ideal de transformar el capitalismo a través de la sostenibilidad parece completamente derrotado. El nuevo foco estará, probablemente, en cómo este nacionalismo económico redefinirá las prácticas empresariales estadounidenses.
Fuente: Bloomberg, 11.11.2024 – John Authers